Monday, October 11, 2010

Miguel

Aaaaa... un ratón! Fue lo primero que pensé aquel día, sin embargo, después de que se me pasó el susto, me resultó simpático, cuchi, hasta consideré tener una mascota nueva. A Miguel no parecía preocuparle mi compañía, caminaba por ahí tranquilo. Yo, que a veces me caracterizo por mi ingenuidad, decidí hacerle un camino de quesos, estilo el camino de ladrillos o aquel camino de sanduche que le hicimos Andreina y yo a su perro para que saliera un día, de hecho, como aquella vez, ese plan falló. Solemos subestimar a los animales, que, se comen todos los pedacitos que pueden hasta antes de tener salir. (menos mi perra que es bien bruta.) Así fue como dejé el último pedacito de queso pudriéndose por semanas en mi escalera, pensando, ilusionada, pendeja como siempre, que el ratón había huido. 

No fue sino hasta hace unas semanas que dejé una bolsa de kisses en mi escritorio y el desgraciado mordió dos, ya cuando te metes con mis chocolates bajas de escalafón, inmediatamente dejas de ser mi amigo. Intenté ignorarlo, porque no podemos recurrir al odio, hasta que un día, hace poco, el ratón comenzó a jugar con una bolsa que estaba en el suelo y no me dejaba dormir, no quería amanecer con un ratón en la boca. Ese día me pareció demasiado abuso y realmente me molesté con él, era hora de que se fuera, for good. 

Antes de ayer el ratón descubrió la basurera. Se metía dentro y conseguía restos de mi muy sana alimentación: flips, magdalenas, galletas gallak y demás manjares. Decidí que una buena táctica sería tapar la basurera con un libro, pero el ratón probó ser mucho más ágil que yo (cosa no muy difícil de lograr) así que decidí subir a uno de los gatos de mi casa, pero resulta que después de vivir 14 años esta gata ha perdido interés en los ratones y lo que quiere es comida fácil, desgraciada, la gata, digo. Así que había perdido esperanzas, lo único que me provocaba era lanzarle un libro de enciclopedia encima y que muriera aplastado, no importaba la sangre derramada, el fin justifica los medios, no? No?

Hasta que hoy vi que lo de meterse en basurera se había vuelto costumbre y yo, muy sin querer de mi parte, había dejado una bolsa de flips con el polvito todavía dentro (estaba full ya) y él ni corto ni perezoso se metío dentro de la bolsa y ZUAZ (lease con tono de Valentina Quintero con sus detestables onomatopeyas) le puse un libro encima. No podía parar de reirme! Era mi momento más glorioso en mucho tiempo! Grité y después de unas 3 horas con el ratón encerrado le pusimos una bolsa encima y partimos. 



Fuimos al basurero que queda detrás del Gama Express de la Trinidad.


Quitamos la bolsa. (nótese el espectacular libro de Andy Warhol)








Quitamos el libro.....y.... nada pasaba.... "Nooooo, se salió" decía yo, a lo que Salvador respondía "Claro, si dejaste un huequito, los ratones..." --"Cállate!! no, no, no, no puede haberse salido! NOOO, y ahora??? Qué voy a hacer???" Así que Salvador procedió a botar la basura hasta que ZUAZ (enérgica onomatopeya al estilo Valentina Quintero de nuevo, costumbre mal obtenida de escucharla muchas mañanas) el ratón voló y se metió debajo de una puerta.

"Ves! te había dicho que era muy ágil"


=D



P.D: No le puse nombre hasta ahorita, no quería tener ningún tipo de apego con él y el nombre carece totalmente de significado, muy a mi pesar, aunque, si eres uno de esos psicólogos frustrados puedes buscarle alguna razón de ser al por qué Miguel, pero espero que ya sepas que no me importa.

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